Los testimonios de las bibliotecarias y bibliotecarios, dejan ver que los ejercicios enmarcados en la  promoción de lectura, escritura y oralidad desde la bibliotecas públicas  de la costa pacífica nariñense se desarrollan a partir de actividades, en la mayoría de casos aisladas, sin la perspectiva de un proceso.

Las actividades en torno a la promoción de lectura corresponden en la mayoría de casos a réplicas y apropiaciones de propuestas externas, como en el caso de la hora del cuento.

Las prácticas en torno a la promoción de la escritura son escasas y están ligadas a búsquedas escolares, como los concursos de ortografía. 

La noción de oralidad es amplia y representa un potencial que cobija actividades de rescate de la memoria oral de los municipios y el fortalecimiento de prácticas tradicionales. Sin embargo las y los bibliotecarios argumentan no contar con herramientas adecuadas para la promoción de la oralidad y advierten un sesgo de la biblioteca, en tanto se percibe y se proyecta como un espacio orientado al texto escrito. 

Las prácticas orales en los municipios, se concentran según las y los bibliotecarios, en otros espacios culturales. La biblioteca sugieren ellas y ellos, aún debe abrirse y aprender a relacionarse con la música y la danza, para poder establecer un vínculo con la cultural oral. 

La población a la que se orientan las acciones de la bibliotecas es la población en edad escolar y en casos específicos los adultos mayores. Frente a la población joven y adulta, la biblioteca presenta una actitud pasiva.

Las condiciones geográficas y sociales del contexto limitan el accionar de la biblioteca al casco urbano, excluyendo así a los territorios rurales. La población indígena, por la complejidad del territorio que habitan, resulta aislada de los procesos bibliotecarios en tanto no se proyectan acciones que la vinculen o beneficien.